Se encontraban en el lago, era todo increíble, perfecto, por fin después de mucho tiempo estaban juntos, ella anhelaba ese momento, quería que durara para siempre, quería hacerlo suyo y guardarlo en un frasquito, no olvidarlo nunca y ponerlo en la estantería de “momentos perfectos”.
Él le besó el cuello, se acercó a su oído y le susurró que la amaba, que quería que fuera suya, solo suya, de nadie más, que él también había soñado con ese momento.
Se unieron en un beso, un beso verdadero, sincero, con pasión, con deseo, con significado palpable, amor, un beso real.
Ella le dijo que estarían juntos por siempre, siempre, más allá de la muerte, porque su amor no tenía barreras.
Su amor era fuerte, nada sería capaz de destruirlo.
Aroa.
Él le besó el cuello, se acercó a su oído y le susurró que la amaba, que quería que fuera suya, solo suya, de nadie más, que él también había soñado con ese momento.
Se unieron en un beso, un beso verdadero, sincero, con pasión, con deseo, con significado palpable, amor, un beso real.
Ella le dijo que estarían juntos por siempre, siempre, más allá de la muerte, porque su amor no tenía barreras.
Su amor era fuerte, nada sería capaz de destruirlo.
Aroa.
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