Tú lees Tú eliges :)

28/11/10

Conservando mi futuro


Lo llamé, 
necesitaba oír su voz después de tanto tiempo. Marqué su número en el silencio de mi casa vacía, de memoria, sin vacilar un solo momento. Esperé … un tono, todavía con esperanza; dos tonos,  empezé a rendirme; tres tonos, a punto de colgar… pero sonó su voz.
Esa voz de dormido, me lo imaginé segundos antes de descolgar el teléfono tumbado en su cama, deshecha como siempre, con los ojos cerrados y el lector de vinilos sonando, sintiendo cada nota de esos pedazos antiguos de arte que tanto le gustan últimamente.
Preguntó: “¿Quién es?” con total naturalidad, dos palabras y ya me sentía hundida, ¿ya no se acuerda ni de mi voz?
“Nazara” le respondí. Y sentí cómo se iluminaba al otro lado del teléfono. “Cuánto tiempo sin hablar contigo”, me dijo, y era cierto. Me había dedicado a perder el tiempo, a hacer unas cosas cuando desearía estar haciendo todo lo contrario, quería pasar el día a su lado y ya sólo lo veía de paso, en cambios de clase, de lejos en los recreos...
Comenzamos a hablar tímidamente, como dos extraños que temen tocar un tema tabú para el otro, era extraña la conversación, él no sabía que contarme y yo no sabía qué preguntar pero ninguno de los dos se decidía a colgar, ambos queriamos seguir oyendo la voz del otro, a la media hora nos dimos cuenta los dos, seguíamos siendo los mismos y podíamos confiar el uno en el otro como siempre. No había cambiado nada, estabamos haciendo el rídiculo con esa conversación vacía que estabámos teniendo. Entonces nos empezamos a sincerar y a contarnos las últimas novedades.
Me echaba de menos lo notaba, quería que repitiésemos aquellas tardes en su casa sin nada mejor que hacer que mirarnos y escuchar música, yo también quería, yo también lo echaba de menos...
Empezamos a hablar de las clases y le conté que el otro día nos hicieron escribir una redacción sobre cómo nos veíamos dentro de 10 años, se la conté y se reía de mis ideas, pero notaba su desilusión…
Entonces me lo preguntó, directo, sin rodeos, entre nosotros no hacen falta. “¿Vas a vivir sola, y qué hay de mí, no nombras al desgraciado de tu compañero de piso?”. Sonreí.
Me ve en su futuro y yo, en secreto, también lo veo en el mío. Quizás no lo digo por esa leyenda que cuenta que si dices tus deseos en voz alta no se cumplen. Por eso, los escribo o los callo, porque quiero que este deseo se cumpla quiero que todas esas ideas disparatadas que tenemos para un futuro juntos se lleven a cabo... 
Guardame sólo este secreto y me harás feliz. Soy simple como ves. :)
Nzrw*

No hay comentarios:

Publicar un comentario