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16/12/10

Huir.

Permanecía arrodillada en frente del váter, sus piernas pálidas y gélidas por el frío de la ciudad yacían en el suelo. Habían sido muchos los kilómetros que corrió por culpa de las dudas y la desesperación. No sabía que hacer, tenía que tomar una decisión, pero tenía miedo, se trataba de esos momentos en los que sabes que camino debes elegir pero sabes muy bien que ir por ahí te dolerá. Se trataba de él, como siempre, toda su vida giraba en torno a él. Cuando vomitó todo el dolor que había en su estómago y las lágrimas que caminaban por sus mejillas se secaron se sentó en el suelo a buscar otro camino que no existía. Contempló sus rodillas, en las que se podía apreciar que comenzaban a enrojecer, y sus uñas devoradas por el miedo.
 
   Miles de cosas sin sentido aparente pasaban por su cabeza. No encontraba ningún camino más así que lo inventó, era una locura, no quería afrontar el problema y eso le llevó a huir de él.
Recogió todas sus pertenencias y se fue. Dejando en esa casa, en ese baño, al problema encerrado que más tarde ardería.
Aroa.


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