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18/10/10

El día que fui una barra de labios


Todos los días, la veo levantarse desde mi pedestal encima de su tocador, ojerosa y cansada. Pero la miro y la sigo viendo guapa, tantos años de desgracia no han conseguido vencer a su belleza.  Se sienta en el borde de la cama, veo una única lágrima que resbala por su mejilla que ella se enjuaga con el borde de su camisón antes de que caiga. Veo en sus ojos la tristeza de quién sabe que su futuro no es ese. Se sacude la ceniza y se levanta para ducharse y quitarse el olor a alcohol de su cuerpo, otro día toca dar la vida, otra noche perdida pensando que algún día tendrá una vida mejor…
Entre el vapor de la ducha veo su cuerpo desnudo, está increíble, podría haber sido modelo o simplemente una guapa secretaria… y sin embargo vende su vida, su dignidad y todo por ese capullo…  en momentos como este me gustaría tener ojos para poder llorar.
Él que le prometió la luna y las estrellas, que le decía que ella era su cielo, que le juró todo y la dejó sin nada. Ahora su cielo está nublado, y no se ven la luna ni las estrellas…
Le dijo que la haría sentirse guapa y noche tras noche se siente una mierda, le dijo que la haría famosa y noche tras noche pierde la fama detrás de una barra, le dijo que la amaba y noche tras noche le demuestra su “amor” vendiéndola a otros, le dijo que era perfecta y quizás en eso fue en lo único que tenía razón, pero él día a día le iba cubriendo la perfección, humillándola, dándosela a quienes solo ven en ella un objeto de recreo más, una chica guapa más que ha caído en la miseria, una miseria de la que ellos se aprovechan…
Sale de la ducha, el pelo dorado le cae sobre los hombros y cubre sus pechos, parece una diosa, un ángel… un ángel caído. Su piel clara todavía escurre las gotas de agua que no se ha secado y sus ojos azules dirigen un instante su mirada triste hacia mí.
Me estremecería si pudiera hacerlo, recordando la noche anterior tan parecida a las demás en las que mi rastro desaparece de sus labios, fundiéndose en la piel de algún asqueroso que pagó por ella… Ver como durante toda la noche, me reparte en falsos besos, me destroza, ver como durante toda la noche pierde la esperanza mientras finge un gozo falso para poder escapar cuanto antes de esos brazos para pasar a otros hasta que el sol asoma por el horizonte…
Se acerca a mí, se sienta en el borde de la mesa mientras se comienza a vestir, al pasar los pantalones cortos por su muslo tiembla por un escalofrío, aún no se le ha curado un tremendo morado que le hizo un bestia de mierda hace unos días… Prefiero no hablar de sus lágrimas mientras ese animal seguía indiferente, seguía manoseándola sin darse cuenta de sus mejillas enrojecidas y sus ojos llorosos, de cómo se estremecía aguantando el dolor…
Entonces comienza a llorar, como tantas otras veces, pero cuando levanta la mirada veo que hoy hay algo distinto, sabe lo que va a hacer, sabe lo que no quiere y ha decidido enfrentarse a su destino. Me toma entre sus delicados dedos, me lleva a sus labios donde disfruto de su piel, se mira al espejo, se maquilla los ojos y se ve guapa, se ve joven… No va a seguir perdiendo el tiempo,  con mi compañía ha recuperado la confianza que le faltaba, el rojo de mi esencia le ha recordado que vale la pena la lucha…
Comienza a recoger sus cosas, pocas en realidad, no quiere llevarse recuerdos de ese lugar; las mete en un bolso, ese tan bonito que le regaló su madre antes de que se fuese del país a cumplir sus sueños; levanta la almohada, y recoge la foto con su familia que guarda debajo; se acerca a una esquina de la habitación, se arrodilla y levanta una baldosa, ella sabía que algún día la usaría, sabía lo fácil que era…
Lo ve dormido, ebrio, en el sofá donde tantas veces la ha forzado, le mira con asco. Me lleva en su mano izquierda, unida a mí se siente más valiente, levanta la pistola, aprieta el gatillo y termina con la vida de quién terminó con la de ella. No siente remordimientos mientras ve la sangre de ese hediondo brotando del agujero que ha hecho la bala.
Coge su bolso,  antes de salir de allí para siempre se mira en el espejo, me acerca a sus labios y se retoca el maquillaje. Si pudiera abrazarla lo haría, pero no puedo, mi único don es hacer que una mujer se sienta femenina, se sienta fuerte, se sienta libre, sienta que conmigo a su lado siempre hay otro camino… la he liberado.
Soy una barra de labios, del color de la sangre, de la pasión, del amor… He pasado por muchas manos antes que las de esta chica, manos de mujeres valientes, mujeres fuertes que han luchado como ha luchado hoy ella. 
Soy una barra de labios y esta es una de mis historias,  dentro de unos cuantos años estaré en manos de una cría que experimenta con las pinturas de su madre mientras se prueba tacones ante el espejo, una niña hija de esta chica, que tras liberarse de la mentira y el engaño volverá a su país, se enamorará de un estudiante de diseño y por fin, cumplirá su sueño de hacerse modelo, viviré entonces entre cámaras, flashes y la maravillosa experiencia de ver a la hija de una valiente crecer. Cuando se mire al espejo, recordará su historia, y cuando le entren ganas de llorar, volverá a cogerme entre sus dedos y me acercará a sus labios…
NZRw* 

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