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2/11/10

El día que fui una vela


Encendiste la chispa con sólo tu mirada… tu media sonrisa y tu forma de ser hicieron el resto.
Todo comenzó lentamente, una pequeña llamita en medio de la oscuridad, una pequeña marca de luz en mi camino. Sospeché varias veces que terminaría por apagarse, pero no.
Poco a poco, fui creciendo y brillaba cada vez más, iluminando cada rincón. Se paraban a mirarme asombrados por lo mucho que relucía. Todos buscaban el secreto de mi luminosidad, mi secreto era la pasión…
Con cada palabra tuya, el fuego de mi interior crecía. Con cada mirada tuya, el brillo de tus ojos se convertía en mi brillo y me hacías deslumbrar. Con cada sonrisa tuya, ¡ay! Esa sonrisa, que demuestra cómo eres, que muestra dulzura y travesura en un solo gesto, por solo esa sonrisa tuya mi llama no se extinguiría jamás.
Pero no todo es fácil, me derrito rápidamente y sólo tú puedes arreglarlo, cuanto más alimentes mi llama, más rápido me derretiré, pero si dejas de hacerlo volveré a la oscuridad más absoluta, volveré a ser sólida, un objeto más en esta habitación vacía. Por eso, no dejes de mirarme, de hablarme, de sonreírme… Pero por favor, haz algo y hazlo deprisa porque el tiempo sigue su curso interminable…
Acércate a mí, déjame sentir tu aliento, quiero llenarme de tu perfume y bañarme en el océano que se esconde detrás de tu mirada. Acércate a mí y solamente sopla, termina con este lamento, no permitas que se apague la llama y me derrita, hacerme feliz está en tus manos…
Sólo acércate y entra en acción.
Sólo espero que cuando leas esta carta no sea demasiado tarde, espero que te enredes en mí, jugueteando conmigo y hagas que la llama que me derrite dure por siempre en mi interior.
Él es el viento, imprevisible,  veloz y agradable a la vez, cálido y frío al mismo tiempo, cambiante y valiente, no teme a nada. Si eso es verdad, te pido antes de que sea demasiado que vengas a mi lado y que sólo te tires al vacío que guardan mis labios.
NZRw *

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